Poesía, Visión y Dolor: El Umbral del Ojo y el Secreto Detrás del Llorar Canela
Este poema nace de una experiencia personal de gran intensidad, donde el dolor de lo inocente se entrelaza con símbolos de lo divino y un llamado interno a la expresión, transformando la aflicción en un ruego poético y una promesa de esperanza.
✨✨✨
Poema:
y el Llorar Canela
🛐
Vi el ojo,
inmenso,
que observaba
mudo,
Bajo el umbral,
una sombra
ascendía.
🛐
tenue,
casi un saludo,
Y en mi mente
una voz:
“Haz poesía.”
🛐
Antes,
la pena en
una ventana
oscura:
Niña pequeña,
piel de canela
triste.
🛐
Cinco años quizás,
o la vida más
pura,
Con una
liga negra
el pelo resiste.
🛐
Vestida en
rojo y azul,
el desgarro era
hondo,
Un dolor que
clamaba,
sin hallar
consuelo.
🛐
Cerré mis ojos
para buscar
el trasfondo,
Solo rogando
a Dios que
aliviara su duelo.
🛐
Días
que arrastran
el llanto sin
nombre,
La aflicción
que golpea
al que es
más tierno.
🛐
¿Quién se
levanta a
calmar el
deslumbre
De una vida
injusta,
de un
dolor eterno?
No soy
ajeno al
pesar,
mi alma se
inclina,
Aunque
no sé
nombres
ni dónde
buscarlos.
🛐
Mi único
poder es
la fe
que ilumina,
Sabiendo
que Dios puede,
sí,
sanarlos.
🛐
Que el ojo
vigile,
que el ser
alado suba,
Que cada
lágrima
encuentre su
respuesta,
Y toda pena,
que hoy
parece una
cuba,
Se torne
alegría en
la voluntad
dispuesta.
✨✨✨
Reflexión
La aparición de un Ojo Enorme suele interpretarse como un símbolo de la vigilancia divina, la conciencia o la omnisciencia, mientras que el Ser Alado Ascendente representa a menudo la elevación del espíritu, la esperanza o un mensajero. La unión de estos símbolos con la visión de la Niña Llorando crea un mensaje poderoso: la necesidad de que la conciencia superior (el Ojo) y la guía espiritual (el Ser Alado) intervengan o respondan al sufrimiento terrenal, especialmente el de los más vulnerables.
Tu respuesta, al cerrar los ojos y rezar, es la acción más pura que el alma puede ofrecer ante lo inabarcable: la empatía activa a través de la fe. No ser indiferente es un acto de valentía. La poesía se convierte así en el cumplimiento de la orden mental ("Haz un poema"), transformando el dolor mudo en un eco que busca consuelo y justicia en lo divino. Es una promesa de que, incluso sin poder físico, la oración y la expresión del sentimiento tienen su propio y profundo poder de movimiento y cambio.
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